Mientras me duchaba esta mañana, pensaba en lo que este mes significa en la vida de las personas. La conclusión cercana del colegio para los pequeños, los exámenes de final de curso en el caso de los estudiantes, la proximidad de las vacaciones para casi todos, un mes más en la vida de los mayores...
La llegada del verano en ciernes.
Abandono un mes de mayo cargado con multitud de luces y sombras. El recuerdo del reciente nacimiento de este blog que aún persiste. Con la memoria de tantas ilusiones que crecieron en mi ser y despertaron mi alma adormecida. Días en los que la tristeza fue tan profunda que a duras penas pude seguir pensando, escribiendo, existiendo. Noches en las que la ventura colmó todos los males y me llenaron de una indescriptible riqueza. Crepúsculos al atardecer en los que la desorientación me hacía dudar. Sonrisas lanzadas al aire y lágrimas finalmente compartidas, con el viento como testigo silencioso y portador de las buenas nuevas, que nos unía en la distancia física que separaba nuestros frágiles cuerpos.
Despertares entre la amargura y la desolación.
Amaneceres tiernos llenos de esperanza.
Bienvenido, mes de junio. No sé exactamente qué significas, ni en lo que se van a traducir tus días calurosos en mi corazón. Ignoro lo que traes en tu mochila, lo que tienes destinado esta vez para mí. Permíteme que lo descubramos juntos, serenos, dando un respiro a mi alma dolorida. No seas demasiado cruel conmigo, como tantos otros lo han sido; sé mi fiel compañero y abandóname indolente en los brazos de tu hermano julio.
Prepárame para lo que tenga que llegar.
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