jueves, 28 de junio de 2007

Volando.

Esta mañana, una paloma que reposaba en la calzada levantó el vuelo justo antes de que mi coche se acercara demasiado a ella. Yo conducía por una calle estrecha y tranquila, con viviendas bajas a ambos lados, despacio; el sol ya manifestaba sus intenciones y escuchaba una canción de Dover en no sé qué emisora de radio. Las gafas de sol que llevaba puestas teñían de tonos pastel el entorno, me transportaban al romanticismo de las callejuelas solitarias de mi siempre añorada Provenza.

Planeaba desafiante por delante de mí y eso me obligaba a desplazarme a corta velocidad, pero su rumbo no variaba del mío y parecía que yo la seguía. ¿Me estaba abriendo camino? o acaso, ¿me indicaba el camino a seguir? o ¿dirigía mis pasos? ¿Quería que la siguiera? A lo mejor, sabía dónde iba.

El caso es que me gustó que se cruzara en mi camino. Por unos instantes sentí de cerca la felicidad.






Y mientras tú, apareces de repente, te cruzas como un pájaro revoloteando cerca de mí, con tu gracejo natural un poco adormecido pero perceptible, dudas de que te echo de menos, que este tiempo sumido en el desierto del desdén me he sentido solo, confundido y aletargado, que no he volado de nuevo si no fue contigo, que mis palabras suenan huecas si ya no las escuchas tú, que mis frases mueren vacías si no estás ahí presente para recogerlas y dotarlas de tu fantasía, que las palabras que en voz baja pronuncio y que nacen desde mis entrañas para ser respiradas se desvanecen y acaban por apagarse en ese aire que apenas compartimos.

Vuela, vuela cerca de mí, sigue enseñándome a caminar en este mundo tintado de colores suaves, dirigiendo mi vida hacia otros rincones apartados de la tristeza y la duda, del color gris de lo mediocre y lo anodino, del alma conformista de Raphaël. No te olvides de regresar y llevarme de vuelta a casa, guiando mis pasos hacia esa isla imaginaria que bien conoces, donde podamos seguir soñando juntos las realidades que nos esperen.

Yo me quedaré mientras aquí aprendiendo de nuevo a volar, esperando ver en el horizonte tus alas blancas cómo regresan al anochecer.

miércoles, 27 de junio de 2007

Tan lejos estabas...

Un beso en un portal,
un abrazo, ¡hasta mañana!
¡qué hombre me sentía
cuando a ti te acompañaba!

Tú lo eras todo
y yo no era nada.
Pisábamos los charcos,
tan lejos estabas.



Golpes Bajos - Cena Recalentada - ZappInternet


Tú lo eras todo, y yo no era nada... bueno, sí, era un ser perdidamente romántico que te acompañaba a casa y para el que un pequeño gesto tuyo era como tocar el cielo. Antes, nos habíamos sentado en cualquier banco de aquel paseo, ya de noche, sin apenas mirarnos a los ojos, y yo te sentía tan cerca y a la vez tan lejos... Dudaba.

Retrocedo un poco más. Recuerdo que te esperaba emocionado a que aparecieras en tu portal, con esa sonrisa que te iluminaba por completo. Seguro que había pasado el día entero soñando que llegara ese instante, vagando perdido por las horas con aquel momento como único objetivo de mi vida. Cuando te veía, me parecías maravillosa, tan frágil y dulce, toda la incertidumbre de las horas anteriores y de la propia espera se desvanecía de inmediato ante tu radiante presencia. Me saludabas tímidamente, manteniendo la sonrisa y, a pesar de aquella aparente actitud de tranquilidad, te notaba algo nerviosa, azorada, me atrevo a decir. Tu voz en ocasiones temblorosa te delataba. Eso te hacía aún más bella y yo me sentía muy feliz compartiendo contigo esas menudencias.

Caminábamos sin rumbo fijo por el paseo principal y por las calles aledañas; estábamos en otoño y anochecía más bien temprano. Tenía la sensación de que las farolas casi no emitían luz alguna, porque todo estaba tan oscuro que solamente te veía a ti. La sensación de felicidad por tenerte y de angustia por perderte eran indescriptibles, apenas cabían en mi los sentimientos tan intensos que me provocabas. Nos apoyábamos de cuando en cuando en algún banco o nos deteníamos frente a un árbol y allí seguíamos comentando inocentemente cuestiones pueriles, mientras pisábamos las hojas sueltas que parecían recién caídas. Todo lo que a mi alrededor sucedía, daba igual, nada existía porque quedaba eclipsado por tu estampa. Ignoraba el discurrir de la vida, el mundo se paraba ante ti; creo que también sentía la huella del estremecimiento.

Por mi mente pasaban todo tipo de ideas, cogerte de la mano, acariciar tu pelo, llegar al punto de besarte. Pero claro, no me atrevía a nada de eso. Quería decirte tantas cosas.

Deseaba decirte incluso que te quería, aunque me tomases por loco.


Establecía metas, puntos imaginarios en nuestro paseo donde me imponía actuar. Antes de que lleguemos a la próxima esquina o serás un cobarde -oía decir a mi interior-. Pero nunca lo cumplía. A punto estuve una vez e hice el ademán de volverme hacia tu cara para enfilar mis labios a tu virginal boca, pero en el último segundo varié el destino. Creo que ella lo notó, y todo ello aumentó más todavía mi turbación.

El tiempo pasaba tan rápidamente que ya teníamos que regresar, y la tristeza de tu próxima ausencia aparecía. ¿Lo sufre todo tanto como yo? -me preguntaba- y la duda sobre tus sentimientos siempre me acechaba y perseguía como una maldita sombra. Pronto llegábamos de nuevo al punto de partida y, en tu portal, dos besos de despedida y hasta mañana.

Y luego me quedaba durante un buen rato, allí, en el mismo sitio donde te había visto por última vez, con la mirada perdida, respirando profundamente, sin ver a los transeúntes pasar, enajenado, anhelando verte de nuevo. Todo lo que quiero hacer es verte de nuevo -me decía a mí mismo.

El camino en solitario de vuelta a casa era más de lo mismo; ir como flotando por las calles, todavía con el recuerdo fresco de tu sonrisa, de tus manos, de tus ojos, y con el desánimo de la incertidumbre de no saber si volvería a tenerte.

Ni siquiera si todavía eras mía.

Llegué al hogar como pude pues mi mundo imaginario que seguía en plena efervescencia, me había transformado en un autómata, y me deslicé silenciosamente hacia alguna estancia vacía donde proseguir mis ensoñaciones. Tú lo eras todo, y yo no era nada.

No duraron mucho, pues alguien solicitó mi presencia urgente al teléfono. ¡Eras tú de nuevo, mi vida! Te disculpabas y aunque no era capaz de escuchar las frases exactas con que me obsequiabas dada la agitación que me poseía, comprendía tu mensaje. Eras consciente de mi angustia y te responsabilizabas de ella, me prometías evolucionar y hacerte más cercana. Yo no quería oírte pronunciar aquellas vergonzosas palabras, no hacía falta que dijeras nada más. ¡Cómo pude haberte incomodado de tal forma!

Esa noche, lloré al evocar tu imagen tierna. Desde aquel momento, juré que jamás volverías a estar tan lejos.

lunes, 25 de junio de 2007

Primer mes de vida.

Ha pasado ya más de un mes desde que inicié la aventura de este blog titulado "La piel de la tristeza"; casi me había olvidado de reflejar este hecho en forma de alguna entrada que lo explicitara, aunque lo tenía muy presente en mi cabeza. Tarde, pero he aquí la citada entrada.

No es demasiado bueno trazarse unos objetivos en este tipo de cosas, pero sí que es cierto que me he otorgado un plazo indeterminado, vamos a decir por ejemplo cien días como ocurre en otros ámbitos de la sociedad, para ver cómo me va y si acabo situándome en el blog, porque de momento todavía no estoy todo lo centrado que me gustaría. Reconozco que soy muy perfeccionista y la autocomplacencia no me encuentra demasiado, por lo que la situación resultante es que quiero decir muchas cosas pero todavía no sé como soltarlas, ni cuando, ni en qué orden, y por tanto, tan sólo me limito a divagar en muchas ocasiones sobre ideas o imágenes que aparecen en mi mente o en mi alma. Me dejo llevar, lo cual tampoco es malo. Pero con el tiempo espero ir definiendo una línea más clara sobre lo que escribir. O a lo mejor es preferible ser menos ortodoxo y publicar entradas más heterogéneas, quién sabe. Lo iré viendo por el camino.

Con todo, en estos días he experimentado más la sensación de conocer y crecer con otros blogs, otras personas, empaparme de historias ajenas, relatos, fantasías, sueños, en muchos casos parecidos a los míos, en otros bien distintos. Cuanto más me he metido en ellos, más he descubierto la profundidad del mar en el que navegaba, y la cantidad de islas que tenía que visitar. Esto sí que está repleto de náufragos -me digo, con cierto regocijo. Y reconozco que me están llenando y aportando muchas sensaciones, haciendo incluso que dedique más tiempo a estas islas que a la mía propia. Bienvenidas sean, pues.

"Náufragos que vamos a la deriva y no nos importa zozobrar..."




Poco más que contar para esta singular efeméride. La piel de Raphaël se mantiene triste, melancólica, algo casi inherente a su imperfecta esencia de poeta, pero su alma navega siempre en océanos de ilusión y de percepciones, de fantasías y de sueños, aunque a veces también se deje arrastrar por el fuerte oleaje de la mediocridad primero, y finalmente por la turbadora marea de lo cotidiano que lo envuelve en una duda continua y de un pusilánime desasosiego.


Hasta que llegue la hora en que ambos, piel y alma, descansen en armonía, juntos, unidos, sintiéndose dueños de un mismo cuerpo. En paz. Y se pregunten:

- ¿Cuál es tu sueño?

- Mi sueño es continuar como estoy ahora. Yo ya vivo mi sueño.


Que así sea. Por muchos meses y años más.

viernes, 22 de junio de 2007

Lo inesperado sucedía.




Gracias por atenderme. Gracias por recibirme y darme de cenar en esa noche gélida que suponía iba a ser como de costumbre y que se tornó en inusual y mágica. Nunca espero ya ser escuchado y la sensación que obtuve fue que esta vez los ojos sí me miraban y me veían. Me encontraban y te encontraba de nuevo.

Perdón por haber desconfiado de tus intenciones. Perdón por haber dado por quebradas nuestras relaciones. Nunca debería volver a dudar de los verdaderos sentimientos que residen en tu corazón, de que realmente sí te importaban mis pequeñas cosas, mis deseos más profundos y personales. De que en el fondo, estábamos tan cerca sin saberlo, o quizás sin reconocerlo.

Admito que todavía estoy gratamente sorprendido; tus confesiones finales sonaron como voces amplificadas en la recién estrenada madrugada. Mereció la pena abandonar la placidez de mi buhardilla de luz tamizada para adentrarme en tu burgués salón iluminado.

El paso del tiempo me ha endurecido y no merecías tanta crítica injusta ni tanto desdén intencionado. En adelante meditaré mis pasos para acercarme poco a poco a ti, sin molestarte, sin que casi lo percibas. Sin pretender nada.

Creo que todo puede cambiar cuando menos lo sospecho, que siempre estamos a tiempo de rectificar y encontrarnos con nosotros mismos incluso cuando pensamos que es demasiado tarde.

.....

Nunca es demasiado tarde, claro está. Al menos para mi alma, la que habita en el cuerpo del inexplicable Raphaël. Sigue concediéndome más oportunidades para desterrar la tristeza y sentirme vivo, sin descanso.

jueves, 21 de junio de 2007

El juego (las ocho confesiones).

Las reglas del juego son estas:

1. Cada jugador(a) comienza con un listado de ocho cosas sobre sí mismo.
2. Tiene que escribir en su blog esas ocho cosas, junto con las reglas del juego.
3. Tiene que seleccionar a ocho personas más para invitar a jugar, y anotar sus blogs/nombres.
4. No olvides dejarles un comentario en sus blogs respectivos de que han sido invitadas a participar, refiriendo al post de tu blog: "El Juego".

Bueno, pues cuidadito que vienen curvas. No os asustéis

1.- Soy perfeccionista y ordenado, eso me da seguridad y me hace sentirme bien. La rutina no me desagrada si la escojo yo mismo; podría decirse que me veo identificado en ciertos comportamientos autistas.


2.- En lugares o acontecimientos multitudinarios me siento perdido y los evito. No soporto a la gente que no para de hablar o lo hace en un tono elevado, huyo de ello. En parte no coincido con la sociedad en general, lo que no significa que no caiga rendido ante personas románticas y sinceras, que me parezcan bellas y especiales interiormente.


3- Puedo ser feliz percibiendo el aire mientras paseo con la bicicleta o mediante placeres sencillos pero maravillosos como dormir, comer, estar con mi gatos, soñar despierto...; cada día valoro más todas esas cosas. Escribir y leer entradas en los blogs es uno de estos pequeños placeres.


4.- No suelo ir al cine porque puedo emocionarme en público con ciertas películas y eso me avergüenza; lo paso mal si me acompaña alguien porque se me hace un nudo en la garganta con determinadas escenas y necesito tragar saliva todo el rato.


5.- Soy tímido y me comporto tímidamente, enrojezco con mucha facilidad. Me gustan las personas tímidas; las chicas con apariencia tímida e introvertida me atraen especialmente, y si llevan gafas y son tipo intelectual, más aún.


6.- La poca televisión que veo se reduce casi a los telediarios y alguna película o acontecimiento deportivo; hago zapping convulsivamente entre los informativos de distintas cadenas para ver el tratamiento que dan de la misma noticia o actualidad.


7.- Cada día que pasa me doy más cuenta de que lo material no me hace feliz y de que la vida pasa muy deprisa como para detenerse en lo que piensan los demás de mí. Voy cada vez más a mi aire e intento ser más sincero conmigo mismo y apartarme de los convencionalismos.


8.- No suelo hablar con casi nadie de mí mismo ni de mis cosas; en el fondo me parece que nadie me conoce realmente aunque creo que resultaría muy fácil, pero bueno. Suelo ser muy discreto, solitario y silencioso aún cuando hay mucha gente que me rodea a diario en distintos entornos. Mi trato con todo el mundo siempre es muy afable y sin yo pretenderlo, parece que sucede una misteriosa atracción hacia mi persona que yo no comprendo porque en el fondo me gusta pasar desapercibido.

.....

He de confesar que, hasta hace dos o tres días, no sabía lo que era un "meme"... Lo he descubierto gracias a Mar, Gambutrol, Patri y algunos más que me han "liado" con esto, y yo gustosamente me he prestado a ello.

Ahora llega el punto en el que tendría que seleccionar a ocho personas para invitar a jugar; creo que no va a ser posible de momento, apenas llevo un mes con este blog y casi toda la gente que conozco es precisamente la que me ha invitado a este juego y ya han sido seleccionados por otros.... Estoy en franca desventaja, aunque lo intentaré en cuanto vaya conociendo a más personas y cogiendo cierta confianza.

miércoles, 20 de junio de 2007

El encanto de seguir descubriendo.

Un señor maduro con una oreja verde

Un día en el expreso de Soria a Monterde

ví que subía un hombre con una oreja verde.

No era un hombre joven, sino más bien maduro,

todo menos su oreja que era de un verde puro.


Cambié pronto de asiento y me puse a su lado

para estudiar el caso de cerca y con cuidado.

Le pregunté: " Esa oreja que tiene usted, señor...

¿Por qué es de color verde si ya es usted mayor?"


"Puede llamarme viejo ... - me dijo con un guiño-

esta oreja me queda de mis tiempos de niño...

Es una oreja joven que sabe interpretar

voces que los mayores no llegan a escuchar.


Oigo la voz del árbol, de la piedra en el suelo,

del arroyo, la del pájaro, de la nube en el cielo...

...Por eso entiendo a los niños cuando hablan de esas cosas

que en orejas de mayores resultan misteriosas"


Eso me dijo el hombre con una oreja verde,

un día en el expreso de Soria a Monterde.




Este poema escrito por Gianni Rodari creo que expresa algo más que la importancia de saber escuchar, y no es otra cosa que el hecho de no perder nunca la mentalidad del niño que intenta descubrir esencias nuevas bajo cualquier circunstancia.

(Gracias Martha por hacerme descubrir este poema ). Espero no perder nunca la ilusión por imaginar...

martes, 19 de junio de 2007

El hombre imaginario.

"El hombre imaginario"

Nicanor Parra


El hombre imaginario
vive en una mansión imaginaria
rodeada de árboles imaginarios
a la orilla de un río imaginario.


De los muros que son imaginarios
penden antiguos cuadros imaginarios
irreparables grietas imaginarias
que representan hechos imaginarios
ocurridos en mundos imaginarios
en lugares y tiempos imaginarios.


Todas las tardes imaginarias
sube las escaleras imaginarias
y se asoma al balcón imaginario
a mirar el paisaje imaginario
que consiste en un valle imaginario
circundado de cerros imaginarios.


Sombras imaginarias
vienen por el camino imaginario
entonando canciones imaginarias
a la muerte del sol imaginario.


Y en las noches de luna imaginaria
sueña con la mujer imaginaria
que le brindó su amor imaginario
vuelve a sentir ese mismo dolor
ese mismo placer imaginario
y vuelve a palpitar
el corazón del hombre imaginario.

Laberintos del alma.

Hace poco me preguntaba en este mismo blog hacia dónde me conduciría la travesía por este mes de junio en el que ahora nos vemos plenamente inmersos; pues bien, creo que como en otros muchos aspectos en esta vida, merece la pena introducir un elemento de serenidad y prudencia que nos permita discernir en momentos concretos la verdadera naturaleza de nuestros deseos y desdeñar otras opciones menos propias de nosotros mismos.

Por fin, tomo nota de la realidad y acepto de una vez por todas los indicios que estoy vislumbrando en el horizonte y que, aunque no de forma nítida, me permiten perfilar cuáles van a ser los siguientes pasos a dar desde este cubículo donde me mantenía atenazado e inmóvil.





Confieso que me ha costado recoger el mensaje escondido en las palabras, en los guiños, en las sonrisas, en las imágenes imaginadas, pero por fin creo haberlo hecho. Definitivamente, abandono el camino que misteriosamente exploré en tiempos no muy lejanos y me centro en continuar hacia adelante en la senda que me marqué en su día, a expensas de mi destino.

Empero, no quiero perder la ilusión de acariciar esas pequeñas cosas que descubrí durante este periplo por otros mundos cargados de ensoñaciones y poesía que tanto me han dado e influido y que aún permanecen vivos en mi alma antes adormecida; tengo que aprovechar esta reconquista de mi sensibilidad para otorgar un argumento más hacia la búsqueda de la paz de mi espíritu y al abandono de todo compromiso con lo material y artificial.

Seguramente nadie será consciente de que tras estas líneas, se esconde una decisión adoptada que hará que me dirija con paso firme y guiado por mi brújula particular hacia el establecimiento de un modo de vida más o menos monacal, recluido de alguna forma en los entresijos de un entorno casi místico, en el que el componente hedonista quede cercenado hasta lo más mínimo, del mismo modo que la piel de zapa de Raphaël de Valentin reducía su tamaño con cada requerimiento de placer que concedía. Pero sin desear nada en este caso.


Yo, en este punto, retorno al sendero original que me hizo desear la nada.

Rumbo a la tristeza de la piel y quizás, a la alegría del alma.


"Qué dulce sueño el de estar existiendo, viviendo y sintiendo que el tiempo se ha vuelto a parar..." © M.A.L.A.

jueves, 14 de junio de 2007

Esperando respuestas imposibles.

¿A qué sigo esperando?

¿Por qué no doy un paso al frente de una vez?

¿Qué me retiene de hacer lo que realmente deseo?

¿Por qué tanto tiempo malgastado dándole vueltas a todo y a todos?

¿Tengo que preocuparme hasta de lo más ínfimo y mediocre, dejando para el final mi yo más profundo?

¿Por qué no me conformo con vivir la vida que me ha tocado, tal cual?

¿Es esta sensación un suceso pasajero, o se va a convertir en cíclico?

¿Es normal sentirse eternamente insatisfecho?

¿Debo seguir atento a las señales o mejor ignorarlas?

¿Me interesa el "Querer" y el "Poder" o mantengo el "Saber" como filosofía de vida?

¿Me dejo llevar por mis emociones o por mi razón?

¿Es tan importante todo lo que tengo?

¿Me puede alguien ayudar a resolver esto, si es que existe ese alguien en quien confiar?

¿Nadaré por estas procelosas aguas sin descanso?

¿Algún día podré sentir el hombro amigo de un alma gemela?

¿Sucumbiré en algún momento al hastío de la rutina?

¿Experimentaré esa dulce sensación de la felicidad conquistada?

¿Merece la pena arriesgar todo para posiblemente nada?

¿Es tan real todo este ensueño?

¿Por qué no puedo ser una persona con pensamientos convencionales?

¿Debo seguir sonriendo a la gente que no le importa si vivo o muero?





Mi excelente final
para una corta vida,
divertidas caras de asombro
cuando recibáis la noticia.

Ni una sola lágrima
todo queda en palabras.
Anécdotas e historias, pero
¿a que soy algo que se atraganta?

¿Y tú mi pequeña?
¿me tratarás por igual?,
¿o te sujetarán unos brazos
cuando te desvanezcas?

..."era una bella persona"
Menuda sarta de hipócritas
Mas ni si quiera por asomo,
habéis llegado a superarme.

lunes, 11 de junio de 2007

viernes, 8 de junio de 2007

jueves, 7 de junio de 2007

Todo pasará.

Me permito esta vez dirigir mi mirada hacia el blog Ambigüedad, donde en una de sus maravillosas entradas he encontrado el cuento que viene a continuación. La bipolaridad en la personalidad del rey me hace regresar el leitmotiv que inconscientemente originó la última entrada que he escrito por aquí, y de alguna más.



El rey Ciclotímico

Había una vez un rey muy poderoso que reinaba un país muy lejano. Era un buen rey. Pero el monarca tenía un problema: era un rey con dos personalidades. Había días en que se levantaba exultante, eufórico, feliz. Ya desde la mañana, esos días aparecían como maravillosos. Los jardines de su palacio le parecían más bellos. Sus sirvientes, por algún extraño fenómeno, eran amables y eficientes esas mañanas.

En el desayuno confirmaba que se fabricaban en su reino las mejores harinas y se cosechaban los mejores frutos. Esos eran días en que el rey rebajaba los impuestos, repartía riquezas, concedía favores y legislaba por la paz y por el bienestar de los ancianos. Durante esos días, el rey accedía a todos los pedidos de sus súbditos y amigos.

Sin embargo, había también otros días. Eran días negros. Desde la mañana se daba cuenta de que hubiera preferido dormir un rato más. Pero cuando lo notaba ya era tarde y el sueño lo había abandonado. Por mucho esfuerzo que hacía, no podía comprender por qué sus sirvientes estaban de tan mal humor y ni siquiera lo atendían bien. El sol le molestaba aun más que las lluvias. La comida estaba tibia y el café demasiado frío. La idea de recibir gente en su despacho le aumentaba su dolor de cabeza. Durante esos días, el rey pensaba en los compromisos contraídos en otros tiempos y se asustaba pensando en cómo cumplirlos. Esos eran los días en que el rey aumentaba los impuestos, incautaba tierras, apresaba opositores...

Temeroso del futuro y del presente, perseguido por los errores del pasado, en esos días legislaba contra su pueblo y su palabra más usada era NO. Consciente de los problemas que estos cambios de humor le ocasionaban, el rey llamó a todos los sabios, magos y asesores de su reino a una reunión.

—Señores –les dijo— todos ustedes saben acerca de mis variaciones de ánimo. Todos se han beneficiado de mis euforias y han padecido mis enojos. Pero el que más padece soy yo mismo, que cada día estoy deshaciendo lo que hice en otro tiempo, cuando veía las cosas de otra manera. Necesito de ustedes, señores, que trabajéis juntos para conseguir el remedio, sea brebaje o conjuro que me impida ser tan absurdamente optimista como para no ver los hechos y tan ridículamente pesimista como para oprimir y dañar a los que quiero.

Los sabios aceptaron el reto y durante semanas trabajaron en el problema del rey. Sin embargo todas las alquimias, todos los hechizos y todas las hierbas no consiguieron encontrar la respuesta al asunto planteado. Entonces se presentaron ante el rey y le contaron su fracaso. Esa noche el rey lloró.

A la mañana siguiente, un extraño visitante le pidió audiencia. Era un misterioso hombre de tez oscura y raída túnica que alguna vez había sido blanca.

—Majestad –dijo el hombre con una reverencia—, del lugar de donde vengo se habla de tus males y de tu dolor. He venido a traerte el remedio. Y bajando la cabeza, acercó al rey una cajita de cuero. El rey, entre sorprendido y esperanzado, la abrió y buscó dentro de la caja. Lo único que había era un anillo plateado.

—Gracias –dijo el rey entusiasmado— ¿es un anillo mágico?

—Por cierto lo es –respondió el viajero—, pero su magia no actúa sólo por llevarlo en tu dedo... Todas las mañanas, apenas te levantes, deberás leer la inscripción que tiene el anillo. Y recordar esas palabras cada vez que veas el anillo en tu dedo.

El rey tomó el anillo y leyó en voz alta:

Debes saber que ESTO también pasará.

miércoles, 6 de junio de 2007

Calma vertiginosa.

Es curioso. Me invade de forma extraña una sensación de estar como flotando en una nube; no me refiero a esa situación de inmensa felicidad que nos eleva a las alturas en determinadas circunstancias de nuestras vidas, no. Hablo de que me parece que últimamente voy vagando ausente (más de lo habitual) por los días y las semanas, van pasando las hojas del calendario sin casi percatarme de sus consecuencias, de que la vida sigue su curso habitual mientras yo aparento y amago con que me desperezo entre una cosa y otra.

Pareciera que fuera otro quien se estuviera jugando mi propia vida por mí, mientras yo lo observo entre displicente y angustiado. Y ese desdén con que me tomo el acontecer del tiempo me hace plantearme en ocasiones que la existencia real transcurre con una actitud de inanidad por mi parte que no debiera permitirme. La vida sin importancia, en modo piloto automático o, en términos computacionales, en modo supervisor del sistema operativo.

Y, sin embargo, como antítesis a los hechos expuestos anteriormente, en mi interior se fragua una batalla intensa de turbaciones y deseos, donde el frenesí se convierte en el papel protagonista de ese submundo apenas controlado y de consecuencias inesperadas. La calma no habita en esta estación endógena sino que se rebela con fuerza y lucha por salir a flote. La respiración se corta y la piel responde ante cualquier atisbo de emoción donde la agitación resultante se traslada al exterior sin solución de continuidad.

Es una sensación a la vez de vértigo y de calma. O de calma vertiginosa; la eterna cruzada entre Raphaël y Rafael.



¿Por qué tengo este espíritu tan confuso? ¿A quién debo seguir ciegamente? ¿Por qué provocas ese efecto dicotómico en mi ser, esa ambivalencia de pareceres tan encontrados, a caballo entre la levedad y la tormenta?

De lo que no me cabe duda es que algo germinará de todo este semillero de efusiones que van enraizando profundamente en mí. O siempre habían estado ahí, solamente que hizo falta sentirlas.

martes, 5 de junio de 2007

Una noche sin ti.



...es el ruido de un cerrojo
que abre una dulce llave
Y qué sé yo
si estoy tan solo
quizá sólo sea un sueño
Y qué sé yo
si estoy tan solo
necesito tu amor

.....

Para ti, dondequiera que te halles y quienquiera que seas.
Tú, que cantaste para mí una noche con voz dulce y aniñada.

viernes, 1 de junio de 2007

Un día más cerca del objetivo final.

Hemos llegado al mes de junio, sexto mes del año, con 30 días. Hoy, día 1, es la festividad de Nuestra Señora de la Luz.

Mientras me duchaba esta mañana, pensaba en lo que este mes significa en la vida de las personas. La conclusión cercana del colegio para los pequeños, los exámenes de final de curso en el caso de los estudiantes, la proximidad de las vacaciones para casi todos, un mes más en la vida de los mayores...

La llegada del verano en ciernes.





Abandono un mes de mayo cargado con multitud de luces y sombras. El recuerdo del reciente nacimiento de este blog que aún persiste. Con la memoria de tantas ilusiones que crecieron en mi ser y despertaron mi alma adormecida. Días en los que la tristeza fue tan profunda que a duras penas pude seguir pensando, escribiendo, existiendo. Noches en las que la ventura colmó todos los males y me llenaron de una indescriptible riqueza. Crepúsculos al atardecer en los que la desorientación me hacía dudar. Sonrisas lanzadas al aire y lágrimas finalmente compartidas, con el viento como testigo silencioso y portador de las buenas nuevas, que nos unía en la distancia física que separaba nuestros frágiles cuerpos.

Despertares entre la amargura y la desolación.
Amaneceres tiernos llenos de esperanza.





Bienvenido, mes de junio. No sé exactamente qué significas, ni en lo que se van a traducir tus días calurosos en mi corazón. Ignoro lo que traes en tu mochila, lo que tienes destinado esta vez para mí. Permíteme que lo descubramos juntos, serenos, dando un respiro a mi alma dolorida. No seas demasiado cruel conmigo, como tantos otros lo han sido; sé mi fiel compañero y abandóname indolente en los brazos de tu hermano julio.


Prepárame para lo que tenga que llegar.