jueves, 2 de diciembre de 2010

Germinal.

La Provenza, además de ser un lugar maravilloso, con unos paisajes llenos de belleza, es algo más: un sentimiento. ¿Cómo explicar su embrujo, si aún no ha conseguido hechizarte?
Es una forma de entenderlo todo, de que todas las piezas encajen por fin; algo que se impregna y se apodera de tu ser lentamente, de forma imperceptible, cual simiente que enraíza y sirve de sedimento para la transformación de tu vida; el Germinal que brota y te posee ya para siempre. Reservado solamente para algunas almas especiales.

Lo reconoces cuando regresas tras tu casual primera visita, y te sorprendes apreciándola en temporada de invierno; cuando te sigue sobrecogiendo su luz, su intenso cielo azulado, sus campos de lavanda y trigo, el canto de las cigarras, los bouquet de flores secas, sus mimosas, los cariñosos y respetados gatos, su cerámica colorida y sus luminosos cuadros impresionistas. Esas casitas color pastel. Siempre igual, nada caleidoscópica ni mutante.

La vida sencilla, las cosas rutinarias, sin esnobismos ni moderneces; el valor de la modestia y lo cálido, de los materiales puros, la madera, la piedra, el barro, el algodón; la comida frugal y sana, los tempranos amaneceres y anocheceres, el mercado provenzal de frutas y hortalizas, de cerámica y textiles, su vida cadenciosa, solitaria y silenciosa...

La terraza con el café-noisette y baño posterior en el mar de la "Riviera francesa" con gente que ni sientes, casi al alba.

Lo descubres en ti cuando te embarga idéntica emoción en el momento en que dejas atrás los Pirineos y te acercas por la "autoroute" a Nimes, Arles, Salon-de-Provence, Aix-en-Provence, Marselle, ... siempre a contracorriente.

Cuando los silentes lugareños te ven de soslayo al pasar, te reconocen, discretos pero ufanos en su interior, y piensan "sin duda, éste ya es uno de los nuestros. Volverá".

Y sonríes, porque tú crees, en efecto, que has nacido para regresar allí, para vivir allí, para terminar tus días allí.

Sí, ya nunca podré marchar. Aún en la distancia.

martes, 30 de marzo de 2010

Destination: Provence 5. Rumbo a la Provenza.

Pronto te buscaré en la Provenza.

Te ensoñaré mientras atravieso la Venelle des Amoureux; perdido.

Recorreré lentamente la Rue des Bougainvillées admirando la belleza del paraíso vegetal; contemplándote ideal en ella.

Me apoyaré en la balaustrada que acompaña en su bajada al Boulevard de la Republique, con la mirada allá en la lontananza del azulado y luminoso cielo del sur; imaginándote dulce, sin descubrirme.


Y meditaré sobre cuán lejos y cerca estás de mí, mientras saboreo solitario los caminos y paisajes, pensándote, recordándote. A buen seguro, estremecido, como ahora que los evoco. Haciendo como que no existes, disimulando el gesto al pasar.

Sin poder, ni por un instante, olvidarte. Preguntándome, si aún sigues aquí, o te has marchado definitivamente, dejándome para siempre encerrado en mi enfermiza pasión.

Añorándote, sin desearte; por ello, probablemente, enamorado. Lo descubriré en tierras francesas, como siempre.