viernes, 1 de febrero de 2008

Faltabas tú.

Allí estaban ellas, reunidas todas juntas como otras tantas veces, al igual que siempre habían hecho durante años. Personalidades distintas escondidas habitualmente ante cualquier otro ser terrenal, se mostraban tal cual eran delante del resto de las mosqueteras, en este caso, las tres mosqueteras; sin disimulos superfluos ni mentiras innecesarias.

Pero realmente erais cuatro.

Ya, ya sé que yo ocupaba circunstancialmente el sitio que le correspondía, que no dudará de que no usurparé nunca su lugar, que nada podré aportar a todo lo que entre vosotras había acontecido durante años en los cuales yo estaba ausente. Pero aquellos dos días los recuerdos aparecieron alrededor vuestro y me rodearon; memorias de la niñez, de la adolescencia, de la temprana juventud y de la más tardía. Evocaciones al pasado no tan lejano cargadas de nostalgia, de tiempos pretéritos maravillosos de unión entre todas, de equipo inseparable y genuino, sin parangón posible.

Y me veía ahí en medio de todo ello, callado, como ausente, pensándola en la lejanía de su pueblo florido rodeada de lo que más quiere, y de los que más quiere. Supongo que feliz.

.....

Pero definitivamente tú no estabas aquí, y en el ambiente me pareció percibir tu nombre con claridad. Lleno de afecto, por cierto.


Soy el invitado de excepción que observa vuestros mundos distraídamente, que os escucha con disimulada atención sin emitir sonido; casi soy la imagen del tedio y del aburrimiento por no interferir ni perturbar aquellas vivencias que recuperáis cual ensoñaciones fantásticas que superan en ocasiones el umbral del realismo. Me contagia la ilusión y medito vuestros movimientos y dibujo imaginariamente figuras que provienen de las limpias sonrisas con que me regaláis; incluso fantaseo con vuestros silencios y al límite del paroxismo me dejo seducir por tan ingenuas miradas. La emoción me inunda con vuestros rostros tiernos carentes de maldad y llenos de belleza; me siento ya solamente vuestro, yo también al amparo de la sociedad.

.....

Mas no me encuentro en un lugar remoto, no. Veo en vuestros ojos la llama encendida de lo vivido y me recreo al abrigo de tan dulce compañía. No quisiera desear ninguna, pues otra mejor no es posible.

Bueno sí, la de la cuarta mosquetera, algún día. Dejándome soñar en mi destierro consciente e imposible, sin alterar mi silenciada pasión.

(Dedicado a las cuatro mosqueteras)