Desde mi privilegiada situación, en este atalaya de fantasía que me alberga y que inspira en ocasiones a mi atormentado espíritu de poeta, me detengo y recreo este mundo de viajes, de cambios en el esquema del espacio-tiempo, de continua búsqueda de lo artificial y lo superficial, esa constante huida de las personas hacia paraísos lejanos y desconocidos para encontrarse con no sé qué nuevas sensaciones vitales, sin duda tan poco gratificantes para un corazón acostumbrado a sufrir y que no descansa. Escapar de la realidad por la vía del placer efímero de los sentidos y la fascinación. Cuán alejado estoy de todo eso.
Todo tan cercano y distante, todo tan ruidoso y sosegado; vidas que transcurren bajo la atenta mirada de la noche. Pequeños organismos vivos que se manifiestan vehementemente, palpitando ternura, afecto, pasión, quién sabe si también rencor.
¿Cómo consideras tú que te encuentras, cerca o lejos de mí, próxima o distante? Y tu corazón, ¿junto al mío o tan alejado como otras veces me parecía que estaba? ¿Con un movimiento trémulo o por el contrario sin turbación? Te percibo tan apartada y a la vez tan solitaria...
.....
Se ha levantando una brisa muy suave que me obliga a aterrizar bruscamente y dirigirme al interior de mi morada.
Continuaré mis viajes oníricos recorriendo los desconocidos pliegues de tu sensualidad, ya oculto bajo el manto de mi alcoba cómplice que me ampara y defiende, y dibujaré esta vez sin temor todos los ángulos de dulzura e inocencia que me enseñaste y los que pude adivinar escondidos en tu interior como tesoros jamás encontrados ni valorados. A la espera de ser algún día rescatados... ¿por algún náufrago, quizás?
¿Me reconoces? ¿Estás todavía ahí o definitivamente te has marchado?
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